En Romper el círculo nos encontramos con la historia de Lily, una chica que se graduó hace poco de la universidad y se muda a Boston en busca de una nueva vida. Allí abre su propia florería y comienza a vivir su sueño a la vez que encuentra a Ryle, un hombre que se niega a tener una relación seria, pero, por alguna razón, Lily parece ser la excepción.
Romper el círculo es una dura historia de violencia doméstica que, en nuestra opinión, es políticamente incorrecta. Muchas de las duras críticas que ha recibido se deben al comportamiento de la víctima: qué debió hacer, cuándo lo debió hacer, cómo lo debió hacer y qué mensaje se debió dar en el libro, pero, según la Organización Mundial de la Salud (2021), solo un 40 % de las mujeres que experimentan violencia física o sexual por parte de su pareja buscan algún tipo de ayuda, y, entre ellas, menos de la mitad denuncian el incidente a alguna autoridad formal, como la policía. En algunos estudios y encuestas, este porcentaje puede ser incluso menor, debido a barreras como el miedo al agresor, la dependencia económica, la desconfianza en el sistema judicial, la vergüenza y el estigma social.
Compartimos estas crudas estadísticas para decir que lo que pasa en esta historia es la regla y no la excepción, lamentablemente. Mujeres por todo el mundo sufren violencia y no denuncian a su agresor, siguen con su vida, intentan solucionarlo con los recursos que tienen. Este no es para nada un comportamiento que queramos promover; si estás sufriendo violencia, pedí ayuda. En Uruguay podés comunicarte por línea telefónica al 0800 4141, esta es una línea gratuita y confidencial del Instituto Nacional de las Mujeres, disponible las 24 horas. También podés comunicarte al *4141 desde un celular.
Pero retomemos el tema de esta columna, en la historia que se cuenta en Romper el círculo, la autora no toma el camino de lo ideal donde la protagonista hace todo lo que debería haber hecho, donde denuncia a su agresor, donde se va la primera vez que es atacada, donde es firme con sus límites. No, y este es uno de los grandes atractivos del libro: vivir en la mente de una víctima por un momento para intentar entender cómo se siente alguien que ama y tiene miedo, cómo es vivir con la duda, cómo tu mente puede fallarte, tus sentidos traicionarte y, así, practicar la empatía y poner sobre la mesa un tema tan importante para la sociedad. Creemos que leer este libro es revelador para quienes no sufrimos esto, es un ejercicio de ponerse en el lugar del otro, de no juzgar. Es arrollador, visceral, te hace dudar, por momentos, de tu propio sentido de lo correcto. Y la verdad es que lo que deberías hacer no es siempre la respuesta sencilla, por más que lo deseemos.
Conociendo esta historia y sabiendo que la protagonista y codirectora de su adaptación tiene que conocerla también, incómoda ver que su elección es hablar de flores. Porque Lily pudo ser florista, dentista, costurera o panadera, y nada de eso hubiera cambiado el rumbo de esta historia, no hay una trama oculta o un mensaje en las flores, es solamente su profesión, su hobby. Pero ¿la violencia? ¿Cómo Lily puede romper su patrón de violencia recurrente? ¿Cómo a su manera elige cambiar y no vivir en su zona conocida? Ese es el mensaje del libro.
La forma en la que se le hizo publicidad a esta historia fue muy lejos, no esperábamos ver cosas que se vieron en redes como tote bags con frases como «a veces quien más te quiere es quien más daño te hace», fotos de influencers posando con flores, Blake Lively hablando nuevamente de su vestido en el estreno, filtraciones de diferencias entre el elenco y la autora, entre otras cosas.